Carl Gustav Jung fue un psicólogo y psiquiatra suizo nacido en 1875 y fallecido en 1961. Colaboró con Freud desde 1907 a 1912 y durante esos años, fue su auténtico discípulo pero con una personalidad propia.
Veía la vida psíquica como un conjunto de “complejos” de diversos centros mentales, porque se lo sugerían sus estudios asociativos en su investigación sobre la esquizofrenia.
Difiere de su maestro en que concede una mayor dimensión a la psique humana y porque siendo hijo de un pastor protestante, aficionado a las lenguas orientales, tanto su formación como su propia convicción no le permitían compartir el criterio netamente ambientalista de Freud quien atribuía a la represión sexual, durante las etapas del desarrollo, el origen de las patologías mentales.
Para Jung, la mente humana la integra la conciencia, el inconsciente individual y el inconsciente colectivo. Este último representa la superación del nivel organicista del esquema freudiano al añadirle un componente cultural trascendente.
Introduce el concepto de arquetipos al referirse a cada uno de los residuos primarios de la memoria, comunes a todos los individuos o a grupos étnicos particulares y derivados del llamado “inconsciente colectivo”
La liberación de los contenidos inconscientes, cuyos arquetipos aparecen siempre en forma simbólica, se realiza, como también lo afirmaba Freud, en el sueño, que, en el caso del inconsciente colectivo, hace referencia a los mitos, antiguos y modernos, patrimonio y expresión de las experiencias humanas colectivas.
Jung veía analogías entre la estructura de la psicología individual y los mitos y producciones primitivos, principalmente en los sueños.
Su actitud frente a los sueños está impregnada de religiosidad. Los sueños vuelven a ser mensajeros de lo trascendente, dotados a veces de poder profético. La neurosis se convierte también en “religiosidad reprimida”. Los dioses negados se convierten en fobias, obsesiones, delirios que ahora son enfermedades.
El camino del hombre en la vida se dirige hacia la individuación, que tiene por eje el “si mismo”y para Jung el “si mismo” es el equivalente de “Dios en nosotros”.
La individuación es imprescindible, no sólo como una necesidad terapéutica, sino como un elevado ideal, como una idea de lo mejor que se puede hacer. La idea básica de este ideal es la de que, de un justo modo de pensar sale el modo justo de obrar y que no existe curación ni mejoramiento del mundo que no se haya empezado en el individuo mismo.
Una vez superadas las grandes tareas de la vida (profesión, matrimonio y sociedad) es en plena adultez cuando se pone en marcha el proceso de individuación en sentido estricto. Un nuevo anhelo se despierta en el hombre: el de descubrirse a si mismo, que es el camino hacia dentro, el de la introversión.
Cada individuo sería por esencia un microcosmos de todo lo humano y poseería simultáneamente, la potencialidad de lo masculino y de lo femenino. Siempre nos muestra Jung la vida psíquica como un movimiento entre contrarios.
Atribuye el origen de muchas neurosis al desarraigo que, por un exceso de racionalidad sufre el hombre moderno respecto de esta capa más profunda de su ser.
Aportaciones importantes dentro de la psicología han sido los conceptos de introversión, extraversión. El hombre es extrovertido en tanto participa de la colectividad social, y es introvertido en tanto participa del inconsciente colectivo.
La individuación conduce al hombre orientado hacia la colectividad social, hacia la introversión, que le permitirá encontrarse a sí mismo y participar del inconsciente colectivo.
La humanidad, en lo principal, se halla psicológicamente todavía en estado infantil, estadío que no se puede saltear. La gran mayoría de los hombres necesitan la autoridad, la dirección y la ley. Sólo le corresponde vencer a la ley a quien sepa poner el alma en el lugar de la conciencia moral y son muy pocos los que están capacitados para ello.